lunes, 25 de abril de 2011

En un mundo mejor. Dirª. Susanne Bier



No comparto ni los premios (Globo de Oro y Oscar), ni las críticas entusiastas. Carlos Boyero agradece que en algunos momentos se le humedecieran los ojos"...una sensación impagable". Pegas: me parece poco elaborada en su planteamiento y eurocéntrica en su visión de la ayuda humanitaria. Doy por asumido ese "buenismo simplista" que destaca David Bernal en ON Madrid, que convierte el final en palomitas y coca-cola. Desde el principio el personaje del niño vengador, Christian, que es retratado como una consecuencia de la sociedad occidental, opulenta, solitaria, violenta, marca la evolución de la película en el lado rico. Sus prejuicios contra su padre son muy simples, parten de un punto extremo e irreconciliable; por eso al final este personaje no puede terminar como termina, su posición es ajena a reconciliaciones. Segunda crítica: el papel del médico que trabaja en África, Anton. No aparece ninguna ONG detrás, es otro llanero solitario, pero al contrario que el chico, apóstol de la no violencia. Él sí pone la otra mejilla. Esas escenas son ridículas, la segunda aún más que la primera. Pero lo que molesta es que se convierte en el blanco redentor cuando va a África, da un balón a los niños, da la vida a los enfermos moribundos que llegan al hospital. Te gustaría ver mas protagonismo de la gente de allí, y no que destaque un bárbaro asesino.

La directora tacha de soberbios a los directores que solo se preocupan por su creación y no por sus espectadores. Ella cree en el cine como un verdadero mass media. En este enfoque están sus carencias: la película para atraer al público pierde coherencia, valor para llevar hasta el final los planteamientos y equilibrio. Casi se convierte sin quererlo en una alegato neocolonialista de carácter humanitario.

Lo que opina Ana:
Es la película que se ha llevado el óscar a la mejor de habla no inglesa; grande le queda el óscar, pero ya se sabe que a menudo es así.
Comienza mal, con una música excesiva que te hace poner en duda que vayas a ver una buena película y continúa narrando historias que confrontan la vida entre el Primer y el Tercer Mundo, para mostrarnos que la crueldad y la violencia tienen profundas raíces en el ser humano. Se masca la tragedia desde el principio, pero la directora buscará un final feliz. Es un drama psicológico que no acaba de perfilarse, en el que se mezclan demasiados argumentos, para acabar resolviéndolos sin conflictos, volviendo buenos a todos los que potencialmente estaban incubando el mal. No me gusta ese trasfondo del buen hombre blanco que se percibe en las imágenes de África, ni que el protagonista más débil salga ileso y lleve la felicidad a todos los que le rodean.