lunes, 25 de abril de 2011

Happythankyoumoreplease. Dir. Josh Radnor



El director quiere coger el relevo a Woody Allen, es director, guionista y actor protagonista, y le encanta Nueva York. De hecho, dos personajes lo citan sin mencionarlo, cuando vuelven de ver una película suya.

Es una comedia de enredos amorosos con tres parejas que buscan dar salida a sus conflictos sentimentales. Escribe Javier Ocaña que el protagonista es otro integrante de la llamada generación "adultescente", treintañeros incapaces de tomar decisiones adultas. No sé si llega a tanto el planteamiento. Se ve bien, pero le faltan dos cosas importantes para convertirse en una referencia, que la historia principal tenga más fuelle, sea más arrebatadora; y segunda, que tenga una canción que sea el icono de estas historias. Hay mucha música y buena, pero no esa canción que sales del cine canturreándola.

Lo que opina Ana:
Comedia neoyorkina en la onda de Woody Allen, personajes bohemios, jóvenes, guapos, charlatanes, que deambulan por la ciudad y hablan de lo divino y de lo humano. Predomina el toque romántico de chico busca chica y viceversa. Le falta el genio y la chispa de Allen, es intranscendente, ligera, pero se deja ver con agrado y te permite pasar un buen rato.

En un mundo mejor. Dirª. Susanne Bier



No comparto ni los premios (Globo de Oro y Oscar), ni las críticas entusiastas. Carlos Boyero agradece que en algunos momentos se le humedecieran los ojos"...una sensación impagable". Pegas: me parece poco elaborada en su planteamiento y eurocéntrica en su visión de la ayuda humanitaria. Doy por asumido ese "buenismo simplista" que destaca David Bernal en ON Madrid, que convierte el final en palomitas y coca-cola. Desde el principio el personaje del niño vengador, Christian, que es retratado como una consecuencia de la sociedad occidental, opulenta, solitaria, violenta, marca la evolución de la película en el lado rico. Sus prejuicios contra su padre son muy simples, parten de un punto extremo e irreconciliable; por eso al final este personaje no puede terminar como termina, su posición es ajena a reconciliaciones. Segunda crítica: el papel del médico que trabaja en África, Anton. No aparece ninguna ONG detrás, es otro llanero solitario, pero al contrario que el chico, apóstol de la no violencia. Él sí pone la otra mejilla. Esas escenas son ridículas, la segunda aún más que la primera. Pero lo que molesta es que se convierte en el blanco redentor cuando va a África, da un balón a los niños, da la vida a los enfermos moribundos que llegan al hospital. Te gustaría ver mas protagonismo de la gente de allí, y no que destaque un bárbaro asesino.

La directora tacha de soberbios a los directores que solo se preocupan por su creación y no por sus espectadores. Ella cree en el cine como un verdadero mass media. En este enfoque están sus carencias: la película para atraer al público pierde coherencia, valor para llevar hasta el final los planteamientos y equilibrio. Casi se convierte sin quererlo en una alegato neocolonialista de carácter humanitario.

Lo que opina Ana:
Es la película que se ha llevado el óscar a la mejor de habla no inglesa; grande le queda el óscar, pero ya se sabe que a menudo es así.
Comienza mal, con una música excesiva que te hace poner en duda que vayas a ver una buena película y continúa narrando historias que confrontan la vida entre el Primer y el Tercer Mundo, para mostrarnos que la crueldad y la violencia tienen profundas raíces en el ser humano. Se masca la tragedia desde el principio, pero la directora buscará un final feliz. Es un drama psicológico que no acaba de perfilarse, en el que se mezclan demasiados argumentos, para acabar resolviéndolos sin conflictos, volviendo buenos a todos los que potencialmente estaban incubando el mal. No me gusta ese trasfondo del buen hombre blanco que se percibe en las imágenes de África, ni que el protagonista más débil salga ileso y lleve la felicidad a todos los que le rodean.

Inside Job. Dir. Charles Ferguson



Obtuvo el Oscar 2011 a la mejor película documental. El director no es sospechoso de comunista ni siquiera de socialista; es un empresario del sector tecnológico metido a cineasta, y con premios, además.

Escribe Carlos Boyero que es una "extraordinaria película de terror...que debería ser exhibida en todos los colegios". Pero es difícil de ver. Habría que ir con una libreta y un boli al cine y en cada capítulo tomar notas de alguno de los muchísimos datos que nos proporciona el director, que ha hecho practicamente una tesis doctoral.

Está rodada con solvencia, en los planos generales (de paisajes urbanos) y en las entrevistas.

Al final te quedas con dos conclusiones, a cual más molesta: que estamos en manos de individuos sin escrúpulos, ambiciosos y sin moral, que quieren dinero, solo dinero (y poder). Es lo que en los medios se denomina "el mercado". La película les pone rostro. Y segunda, que no hay alternativa, hasta Obama está en sus redes. Por eso me molestaban las risas que oía en el cine. ¿De qué se ríen? ¿No se dan cuenta de que es una pesadilla?

viernes, 8 de abril de 2011

El último verano. Dir. Jacques Rivette


La última película de Mr. Jacques Rivette sirve para practicar francés, comprobar las variantes que puede dar la palabra chômage (chômeur, être au chômage, mettre au chômage...), mientras se rompe un plato tras otro. Al final lo que para Javier Ocaña es capacidad de riesgo, naturalidad expresiva, improvisación..., resulta ser una grandísima bêtise: una tontería. Desde casi el principio hasta el mismísimo final. En todo, en la trama, en su desarrollo, en su nudo argumental y en su interpretación. Rien. Si lo llega a hacer un director español ya estaría en galeras.

viernes, 1 de abril de 2011

Mademoiselle Chambon de Stéphane Brizé.


Lo que opina Ana: Una historia de amor contada con más silencios y miradas que con palabras. El director va bosquejando el argumento y los sentimientos de sus personajes con parsimonia, recreándose en los planos, haciéndonos sentir el tiempo. No sabes cómo se va a resolver el conflicto, pues los propios protagonistas saben que lo suyo es imposible aunque les quede siempre la última esperanza, la del triunfo de la locura. Está bien contada y estupendamente enmarcada por la música, también protagonista principal de lo que pasa. Todo lo resume al final, acompañando a los títulos de crédito, la voz de Barbara cantando "Septembre (quel joli temps)".

Emilio: Una sala casi vacía, este es el futuro de esta película intimista y tan francesa en narrar sucesos de la vida cotidiana que pueden cambiar una vida o dejarla igual, pero contados de una forma nada estruendosa. Escribe Yago García en On Madrid que podía acabar con la paciencia de un monje tibetano. No es para tanto. Es difícil de creer el surgimiento de la atracción, más si de lo que se trata es amor (más comprensible si fuera deseo, simplemente). Como lo quiere elevar a algo superior, el director usa las miradas y los silencios para que el espectador se vaya percatando de la hondura espiritual del encuentro. Menos mal que una vez hechos públicos los sentimientos, la resolución mantiene el tono discreto y está bien desarrollada. Es curioso el papel de sumisión y aceptación del otro vértice femenino del triángulo. En definitiva, a mi me gustó más su anterior película, "No estoy hecho para ser amado".

La mitad de Óscar de Manuel Martín Cuenca


Lo que opina Ana: Comenzó la película sin prolegómenos, no hubo avances de ninguna otra, no hubo títulos y yo creí estar viendo un corto; me alegré porque es algo que añoro y además me parecía muy bueno, pero el tiempo transcurría y el corto se iba haciendo largo, tras más de diez minutos comprendí que estaba viendo "La mitad de Óscar". Es puro cine esta película, no hay adornos, sólo imagen y sonido ambiental, o silencios, puedes ir leyendo los pensamientos de sus protagonistas, mascando el tiempo que casi no avanza, pero acaba componiendo una historia dura y casi contada sin palabras, haciendo una radiografía de un pasado que se sobreentiende. Y de pronto entra la voz a borbotones con la aparición en escena de Antonio de la Torre, ese viaje en taxi desde Almería a Aguadulce es una joya, un contrapunto de humor ácido con el que se acaba de perfilar la tragedia. Dura como pocas, las imágenes del abuelo agonizante te hacen remover en la butaca; difícil de ver para quien busque acción, pero magnífica para quien aprecie un lenguaje hecho de tomas largas y silenciosas, de luces poderosas, de encuadres que radiografían el alma de los personajes, con el marco perfecto del mar de Almería de fondo.

Emilio: es una película arriesgada, en la estela del cine de Rosales, no tan rompedora. Suscita opiniones contrapuestas: un corto que se alarga arficiosamente; una obra madura y de plenitud (cuatro estrellas en Metrópolis).

En la hoja informativa, la mitad está ocupada por las declaraciones del cineasta, explicando su película, y leyéndolas tienes dos sensaciones, que se está justificando y que antes de realiazarla la ha sometido a un proceso intelectual profundo. El coguionista, Alejandro Hernández, menciona como referencia el cine de Andrei Tarkovsky.

Por lo tanto, la experiencia de ir a verla no puede partir ni de una invitación ni de un rechazo por mi parte. Eso si, la escena de Antonio de la Torre es un prodigio de guión y de filmación, lástima que acabe así.