domingo, 22 de febrero de 2009

el desafío: Frost contra Nixon


No es fácil hacer una película política, y si esta tiene como formato principal unas entrevistas, más difícil todavía, y si procede de un éxito teatral, aumenta el peligro. Y sin embargo, no puedes decir al final, a poco que te interese este tipo de películas, que te hayas aburrido. Y es cine.

El director hace dos partes y las va intercambiando y mezclando con gran sabiduría: el mundo del entrevistador, David Frost, en el que aparece la espléndida, en todos los sentidos, Rebeca Hall, irreconocible de la que vimos en Vicky Cristina Barcelona; y las entrevistas. Y en esta parte el protagonista es Nixon, con la actuación espléndida de Frank Langella. Con él te das cuenta del poder que puede llegar a sentir un presidente de los EE. UU. y como perderlo deja un hueco irreemplazable. Un presidente de USA, según Nixon, debería ser sobrenatural, como un dios griego, al que todo le está permitido y hace a su antojo. Cuando descubre que no es así, que es un simple humano, está perdido, sólo el vacío del olvido le espera, un olvido, además, amargo, porque no le han perdonado las muchas miserias que ha tenido su mandato presidencial. Llegar a esto, verlo, es el mayor mérito de la película.
Lo que opina Ana:
Ron Howard consigue mantener el interés del espectador por este duelo entre el político cínico y resabiado y el joven aparentemente superficial showman televisivo. A pesar de resultarnos lejanas muchas de sus realidades, de naufragar entre los desconocidos personajes de la clase política americana del momento y de sólo conocer la figura de Nixon, te metes de lleno en la historia, la entiendes y la vives con interés creciente. El duelo interpretativo es soberbio, Frank Langella recrea a un Nixon astuto, avaricioso, cínico, acabado y apagado, frente a un Davis Frost interpretado con luz por Michael Sheen. El desarrollo psicológico de los dos papeles protagonistas está muy bien conseguido y ahí radica el éxito de la película.