domingo, 22 de febrero de 2009

slumdog millionaire


Hay una calculada polarización en esta película, de un extremo a otro, en el trayecto se produce el milagro. Dice Ana que es un cuento, pero no tiene ese formato. Las chabolas, los niños explotados, la mendicidad sabemos que existen, además añade la brutalidad policial y el hampa. Oriente y lo peor de Occidente. Y en Agra, el turismo. Si una cosa queda clara es que para un indio, un occidental nunca podrá comprender lo que es allí sobrevivir, y en eso tiene razón. Pero para el director es más tentador narrar el sueño convertido en realidad, la historia de un amor nacido en las más difíciles circunstancias y mantenido por encima de todas las dificultades. Eso es lo que quería Boyle que fuera lo principal. Y eso, unido a su maestría en rodar escenas de acción (estupenda la persecución con la que se inicia la película), junto con un montaje en continuo flash-back para que asistamos a esta redentora histoira, le van a dar muchos triunfos; pero, y el baile final lo demuestra, no quiere que nos vayamos con la conciencia intranquila, con mal regusto. La denuncia de la miseria es un pequeño condimento más, no el principal, en esta película tan especiada.
Lo que opina Ana:
Un cuento indio de amor con malos muy malos y buenos muy buenos que presenta unas realidades auténticamente dickensianas en la vida de los suburbios más pobres de Bombay, donde espabiladísimos niños de la calle luchan por sobrevivir. La descripción de toda esa miseria, la vida de estos pequeños pícaros es lo más atractivo de la película, una carga de profundidad sobre una durísima realidad de la India de nuestros días que acaba banalizándose en un final dulzón que tira por la borda mucha de la fuerza conseguida previamente. Es el triunfo de Boliwood, sin duda otra realidad incuestionable de la India, donde esa industria cinematográfica juega el papel del pan y circo de los romanos.

el desafío: Frost contra Nixon


No es fácil hacer una película política, y si esta tiene como formato principal unas entrevistas, más difícil todavía, y si procede de un éxito teatral, aumenta el peligro. Y sin embargo, no puedes decir al final, a poco que te interese este tipo de películas, que te hayas aburrido. Y es cine.

El director hace dos partes y las va intercambiando y mezclando con gran sabiduría: el mundo del entrevistador, David Frost, en el que aparece la espléndida, en todos los sentidos, Rebeca Hall, irreconocible de la que vimos en Vicky Cristina Barcelona; y las entrevistas. Y en esta parte el protagonista es Nixon, con la actuación espléndida de Frank Langella. Con él te das cuenta del poder que puede llegar a sentir un presidente de los EE. UU. y como perderlo deja un hueco irreemplazable. Un presidente de USA, según Nixon, debería ser sobrenatural, como un dios griego, al que todo le está permitido y hace a su antojo. Cuando descubre que no es así, que es un simple humano, está perdido, sólo el vacío del olvido le espera, un olvido, además, amargo, porque no le han perdonado las muchas miserias que ha tenido su mandato presidencial. Llegar a esto, verlo, es el mayor mérito de la película.
Lo que opina Ana:
Ron Howard consigue mantener el interés del espectador por este duelo entre el político cínico y resabiado y el joven aparentemente superficial showman televisivo. A pesar de resultarnos lejanas muchas de sus realidades, de naufragar entre los desconocidos personajes de la clase política americana del momento y de sólo conocer la figura de Nixon, te metes de lleno en la historia, la entiendes y la vives con interés creciente. El duelo interpretativo es soberbio, Frank Langella recrea a un Nixon astuto, avaricioso, cínico, acabado y apagado, frente a un Davis Frost interpretado con luz por Michael Sheen. El desarrollo psicológico de los dos papeles protagonistas está muy bien conseguido y ahí radica el éxito de la película.

domingo, 8 de febrero de 2009

el curioso caso de Benjamin Button


Discutían en la radio Boyero y Rioyo sobre la calidad de la película. El primero la consideraba una obra maestra; el segundo, un tostón. Yo creo que ni una cosa ni otra, pero estoy más cerca de Boyero. Es una buena película. La única cosa que cabe preguntarse es qué habría pasado si el director hubiera decidido contar menos cosas. Hacerla más corta. Hay varios episodios sobresalientes: la casa de ancianos cuando es depositado el niño y su madre adoptiva se hace cargo de él (magnífica Queenie-Tarij P. Henson-,adorable y maravillosa); la primera historia de amor, la de la señora Elizabeth Abbot (Tilda Winton). Está más centrada y es más redonda que la segunda, la grande, la central. En ese hotel con aquel nombre invocador "Palacio de Invierno", en la lejana y heladora Laponia (Murmansk) se vive una pasión que se sabe que va a plazo fijo, pero no por eso es menor. Y, finalmente, la historia con Cate Blanchet (Daisy). Está preparándose desde el principio de la película y llega cuando ya ha pasado bastante más de la mitad. Se prolonga, no es que tarde en llegar, sino que se extiende demasiado, cuando ya sabemos que está próximo el final. Ese tránsito está resuelto a menor nivel. El final vuelve a la altura anterior, con la tierna y casi metafísica imagen de Daisy sujentando en brazos al bebé Benjamin. A partir de ahí, lo demás sobra, incluso ese reloj mecido por las aguas, metáfora final que cierra la imagen del principio con aquel extraño Sr. Pastel y su peculiar reloj.
Lo que opina Ana:
Le han criticado su largo metraje, pero a mí no me sobró nada de esta película que vi con agrado de principio a fin. Me encantó la descripción de su casa-asilo, la recreación de sus personajes de cuento, las historias fragmentadas de su vida, sus experiencias, sus amores, para acabar llegando a la historia amorosa central que se iba haciendo cada vez más dolorosa e intensa por la realidad que imponen los tiempos cambiados, todo es igual de efímero, se camine hacia adelante o hacia atrás. Deliciosa la madre negra, bellamente interpretada por Taraji P. Henson. Brad Pitt consigue una excelente interpretación en su metafórico personaje, así como Cate Blanchett y en general toda la coral de buenos intérpretes que van dando vida a estos entrañables personajes.

la duda


Una apuesta sobre seguro, dos papeles principales, un duo interpretativo de altura, pero una baja intensidad dramática, un argumento muy simple, un planteamiento muy esquemático. Todo puede ser por proceder la película del teatro y por tener el director sobre todo experiencia en ese campo. De hecho esta es su segunda película, la primera la realizó dieciocho años antes. Meryl Streep en su papel de monja intransigente es la absoluta dominadora, porque Phillip Seymour Hoffman, en el de cura abierto y cercano, está como maniatado, medroso. El papel intermedio de la joven monja, que representa Amy Adams no puede equilibrar el duelo, aunque el director la ha querido colocar en un punto equidistante. Todo bascula hacia Meryl Streep. Y al final, la trama se hace más endeble, cuando más tenía que ganar. Ni la acusación de abuso sexual ante la propia madre del chico tiene la fuerza y dramatismo que se merecía, ni la duda de la severa Streep es creible, a esas alturas y pasado lo que ha pasado.
Lo que opina Ana:
Previsible, no consigue que el espectador se interese excesivamente en su trama. Correctamente filmada, bien interpretada, esto es lo que la sostiene, si no fuera por sus interpretaciones no se mantendría en pie. Quiere acercarse a un drama y lo hace sin brío, no sirve ni como denuncia pues las posiciones quedan dudosas, como el título de la película.