
Afirma el director, Matteo Garrone, con sincera inteligencia, que el punto de partida de Gomorra era tan potente visualmente, que se había limitado a retomarlo con la mayor sencillez. La novela de Roberto Saviano le ponía el material en bandeja, sólo era cuestión de elegir las historias que más le convencieran (cinco de las once de la novela) y ponerse a rodar. Es cierto que esto no es así, que cualquier película supone un grado muy alto de complejidad, y a veces los directores quieren llegar más lejos y ser ellos los protagonistas. Aquí no. Como escribe Carlos Boyero (El País, 14 de noviembre), no suena a ficción, sino a inadmisible realidad. Tan real que parece un poco caricatura. El Estado no existe, los mafiosillos campean a sus anchas. Los jefes controlan todo. ¡Vaya imagen de Italia! El mundo que vemos es de miseria; no nos adentramos, salvo en uno de los episodios, en los despachos, en las moquetas, en los grandes salones. Vemos barrios miserables, el extrarradio de la pobleza. Allí ser de la Camorra es un título superior.
Tan fuertes son las imágenes que no importa que las historias estén un poco deslavazadas. Son variaciones de la misma partitura. Desoladora.
Lo que opina Ana:
Matteo Garrone lleva al cine algunas de las historias de la novela del valiente Roberto Saviano. Se centra en cinco de ellas y las desarrolla sin fisuras, con frialdad, consiguiendo hacerlas absolutamente creíbles y por ello aún más terroríficas; el espectador sabe que todo lo que está viendo es real. Da vida a unos personajes de arrabal, no concede ni un resquicio de belleza en un paisaje desolado, no dulcifica el drama; quizá ése sea el único fallo, toda esta sociedad mafiosa , se nutre de peones que viven en barrios marginales, pero los que mueven los hilos no agonizan entre esas colmenas de droga y pobreza; faltan los brillos, los oropeles, las podredumbres del otro lado, en la abundancia también está el mal, presentándolo habría resultado aún más escalofriante, porque la película puede llegar a dar la impresión de que la desintegración social producida por la acción de la Camorra es algo que sólo afecta a los marginados.
Únicamente en dos de las historias se presenta a algún personaje del otro lado. En la de Franco y Roberto se muestra el tráfico de basuras tóxicas, y en ella pueden verse a unos personajes que no están formados exclusivamente por una tropa de marginados. Junto a los más ínfimos de los explotados, los inmigrantes africanos que manipulan los mortíferos barriles, aparecen los ejecutivos sin escrúpulos capaces de vender por dinero su alma y la de cualquier otro al diablo. También en la historia del sastre Pasquale se intuyen las conexiones de las mafias con el gran mercado de la moda.
Demoledora, la película presenta un entramado social napolitano devorado por el cáncer de la Camorra, un mundo gravemente enfermo, condenado, para el que no hay visos de esperanza. Lo que no vemos es peor, faltan todas las conexiones, las connivencias entre la organización y los poderes públicos italianos, ¿qué hacen los jueces, la policía, los políticos? Hay que leer Gomorra.