
El humor, la vitalidad, la ternura, la emoción. He aquí cuatro cualidades de este documental (he oído que es el 2º más visto de la historia del cine, ¿cuál será el primero?). El grupo de viejetes pone en cada concierto el entusiasmo que pondría un niño, con la diferencia de que para ellos el próximo espectáculo tienen que ganárselo al tiempo, que les va pisando los talones. Algunos no llegan y su recuerdo pesa en todos sus compañeros, pero la vida tiene que seguir y la música debe sonar. Lo anecdótico, lo chocante es que estos abuelos versionan canciones de rock con tanto vigor como una buena banda.
El director de la película dirige con frescura y gracia su trayectoria de estrellas. Es cierto que no nos da muchos datos biográficos, ni del coro ni de sus participantes. Pero a mi no me hacen falta. Y de lo que estoy seguro es de que no son vidioclips en tono de chiste, como escribe Jordi Costa (El País, 5 de dic.). No se ha enterado este crítico, o se ha ido a verla con dolor de estómágo o de muelas.
Lo que opina Ana:
Estupendo documental sobre el Young Heart Chorus, una sorprendente coral estadounidense formada por jubilados, en la que la media de edad supera los 80. Lo que comienza con un tono cómico y chocante, va convirtiéndose en una crónica que te hace partícipe de todo lo que cuenta, te integras en los ensayos, visitas sus hogares, te encariñas con estos viejos portentosos y admiras su vitalidad. Te emocionas, lloras, sientes ganas de aplaudir y cantar.
¡Qué poderío el de la música! Capaz literalmente de levantar a un muerto de su tumba. La historia se relata con un tono perfecto, el director ha sabido contárnosla con el punto justo de ternura y veracidad. Nos transmite la enorme fuerza de estos viejos que nada pueden exigirle ya a la vida, salvo el placer de seguir aquí y cantar. Son exigencias escépticas, ellos están de vuelta de todo, aprecian el valor de lo inmediato y saben que cada día que pasa es un regalo, aunque tampoco les asusta la llegada de la muerte, inevitable y cercana.