sábado, 6 de diciembre de 2008

Corazones rebeldes


El humor, la vitalidad, la ternura, la emoción. He aquí cuatro cualidades de este documental (he oído que es el 2º más visto de la historia del cine, ¿cuál será el primero?). El grupo de viejetes pone en cada concierto el entusiasmo que pondría un niño, con la diferencia de que para ellos el próximo espectáculo tienen que ganárselo al tiempo, que les va pisando los talones. Algunos no llegan y su recuerdo pesa en todos sus compañeros, pero la vida tiene que seguir y la música debe sonar. Lo anecdótico, lo chocante es que estos abuelos versionan canciones de rock con tanto vigor como una buena banda.

El director de la película dirige con frescura y gracia su trayectoria de estrellas. Es cierto que no nos da muchos datos biográficos, ni del coro ni de sus participantes. Pero a mi no me hacen falta. Y de lo que estoy seguro es de que no son vidioclips en tono de chiste, como escribe Jordi Costa (El País, 5 de dic.). No se ha enterado este crítico, o se ha ido a verla con dolor de estómágo o de muelas.
Lo que opina Ana:
Estupendo documental sobre el Young Heart Chorus, una sorprendente coral estadounidense formada por jubilados, en la que la media de edad supera los 80. Lo que comienza con un tono cómico y chocante, va convirtiéndose en una crónica que te hace partícipe de todo lo que cuenta, te integras en los ensayos, visitas sus hogares, te encariñas con estos viejos portentosos y admiras su vitalidad. Te emocionas, lloras, sientes ganas de aplaudir y cantar.
¡Qué poderío el de la música! Capaz literalmente de levantar a un muerto de su tumba. La historia se relata con un tono perfecto, el director ha sabido contárnosla con el punto justo de ternura y veracidad. Nos transmite la enorme fuerza de estos viejos que nada pueden exigirle ya a la vida, salvo el placer de seguir aquí y cantar. Son exigencias escépticas, ellos están de vuelta de todo, aprecian el valor de lo inmediato y saben que cada día que pasa es un regalo, aunque tampoco les asusta la llegada de la muerte, inevitable y cercana.

Red de mentiras


Pasan las semanas y sigue bien colocada en las listas de películas mejor valoradas. El dominio de situaciones y ambientes es total. La trama no es tan confusa como suele ser en este tipo de películas de espionaje (me acuerdo de Syriana, con George Cloony como protagonista). Pero el mensaje parece flojo, débil, demasiado plano. Un espía que cree que sólo los EE.UU y sus aliados son depositarios de bien, descubre que hay otros mundos a través del amor. Podría ser pero no va con la historia. Como dice Jordi Costa (El País, 7 de nov.) la intriga romántica devalúa el conjunto. En el sentido que lo fuerza, que rompe la línea de narración. Es un condimento que no le va a este guiso. Hay otra cosa que chirría y es la facilidad, agilidad, dominio y solvencia con la que se mueve en ese laberinto urbano, político y social Roberto Di Caprio (Roger Ferris), aunque tenga una pinta de guiri evidente. Pero bueno, son licencias. El asunto es el mensaje: la CIA no es de fiar; los musulmanes (aunque alguno se libra), tampoco. Muy poco trabajado este asunto. Poca sutileza.
Lo que opina Ana:
Película de acción ambientada en los escenarios integristas del Próximo Oriente. Se adentra en las actuaciones de la CIA en la zona, desvelando unas tácticas muy poco ortodoxas, en las que prima más la satisfacción del ego de los agentes, que la lucha coordinada contra el que debería ser el enemigo común. Como siempre la agencia de espionaje norteamericana sale muy mal parada, y el héroe de la película, desencantado, acabará abandonando sus filas para integrarse, como un ciudadano más, en la vida del mundo árabe al que ama. Está bien contada, cumple su cometido de película de aventuras y no da más, creo que tampoco lo pretende.

Somers Town


Esta película es un cuento que termina bien. "Érase una vez un chico abandonado y solo que busca mejor suerte..." Acaba bien, como debe ser con los cuentos clásicos. No es cuestión de innovar. Esta película se hizo para un protagonista: un chico que llegó a actor de casualidad y ahora hay que mantener el éxito. Era el de "This is England", Thomas Turgoose. El mismo director y a buscar otro taquillazo. No creo que lo logre, porque, a pesar de lo que escribe J. Ocaña (El País, 28-nov.) a mi no me pareció una "pequeña joya del cine social". No hay que subir tan alto a algo normal, que se ve aceptablemente porque dura lo justo: 75 minutos.

Lo que opina Ana:
Las críticas británicas la tildaban de joyita cinematográfica, yo no le concedo el título ni aunque sea en diminutivo. Es un cuento social que no me emociona, los personajes no me llegan ni me importan y el happy end me parece excesivo, aunque realmente me daría igual como acabase.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Appaloosa


Siempre gusta ver una película del oeste. Será porque cuando empezábamos a ver la tv. lo que más nos enganchaba a los chicos eran las de tiros. Después descubres las buenas y las malas, distingues los grandes western de los refritos y las simples "balaseras".

En las películas de "indios", también así las llamábamos, hace falta una epopeya. Un personaje que lucha contra la adversidad, una historia épica que narrar. Para eso es necesario que haya un malo malísimo, horizontes amplios y un destino por delante. Estas condiciones no se dan en Appaloosa; no arranca, no encuentra el camino por el que crecer y hacerse grande. La presencia de Renée Zellwegger (Alison Frech) no favorece el desarrollo de esta épica; al contrario, la convierte en un drama. El héroe se vuelve idiota y el secundario (Viggo Mortensen-Everet Hitch) pasa a ser el depositario y garante del honor perdido. Por otra parte, la figura de la mujer tampoco queda muy beneficiada: Renée Zellwegger siempre tiene preparada la cama para meter en ella a la persona que más le convenga.

O han cambiado mucho las películas del oeste, o esta no es como las que yo recuerdo. No es de las grandes. No es un western "de los que se recuerda", como le parece que sí es a C. Boyero (El País, 21 de nov.)
Lo que opina Ana:
Ed Harris quiere hacer una gran película del Oeste y por eso mete todo lo que pueda tener que ver con el género del western, hay forajidos, sheriffs de orden, los mejores pistoleros, cantina, mujeres con carácter, pueblos polvorientos, indios, trenes y paisajes. No se conforma con acotar el género y tratar de bordar una historia en su interior, resultado: un zurcido más que un bordado.

lunes, 1 de diciembre de 2008

gomorra


Afirma el director, Matteo Garrone, con sincera inteligencia, que el punto de partida de Gomorra era tan potente visualmente, que se había limitado a retomarlo con la mayor sencillez. La novela de Roberto Saviano le ponía el material en bandeja, sólo era cuestión de elegir las historias que más le convencieran (cinco de las once de la novela) y ponerse a rodar. Es cierto que esto no es así, que cualquier película supone un grado muy alto de complejidad, y a veces los directores quieren llegar más lejos y ser ellos los protagonistas. Aquí no. Como escribe Carlos Boyero (El País, 14 de noviembre), no suena a ficción, sino a inadmisible realidad. Tan real que parece un poco caricatura. El Estado no existe, los mafiosillos campean a sus anchas. Los jefes controlan todo. ¡Vaya imagen de Italia! El mundo que vemos es de miseria; no nos adentramos, salvo en uno de los episodios, en los despachos, en las moquetas, en los grandes salones. Vemos barrios miserables, el extrarradio de la pobleza. Allí ser de la Camorra es un título superior.

Tan fuertes son las imágenes que no importa que las historias estén un poco deslavazadas. Son variaciones de la misma partitura. Desoladora.
Lo que opina Ana:
Matteo Garrone lleva al cine algunas de las historias de la novela del valiente Roberto Saviano. Se centra en cinco de ellas y las desarrolla sin fisuras, con frialdad, consiguiendo hacerlas absolutamente creíbles y por ello aún más terroríficas; el espectador sabe que todo lo que está viendo es real. Da vida a unos personajes de arrabal, no concede ni un resquicio de belleza en un paisaje desolado, no dulcifica el drama; quizá ése sea el único fallo, toda esta sociedad mafiosa , se nutre de peones que viven en barrios marginales, pero los que mueven los hilos no agonizan entre esas colmenas de droga y pobreza; faltan los brillos, los oropeles, las podredumbres del otro lado, en la abundancia también está el mal, presentándolo habría resultado aún más escalofriante, porque la película puede llegar a dar la impresión de que la desintegración social producida por la acción de la Camorra es algo que sólo afecta a los marginados.
Únicamente en dos de las historias se presenta a algún personaje del otro lado. En la de Franco y Roberto se muestra el tráfico de basuras tóxicas, y en ella pueden verse a unos personajes que no están formados exclusivamente por una tropa de marginados. Junto a los más ínfimos de los explotados, los inmigrantes africanos que manipulan los mortíferos barriles, aparecen los ejecutivos sin escrúpulos capaces de vender por dinero su alma y la de cualquier otro al diablo. También en la historia del sastre Pasquale se intuyen las conexiones de las mafias con el gran mercado de la moda.
Demoledora, la película presenta un entramado social napolitano devorado por el cáncer de la Camorra, un mundo gravemente enfermo, condenado, para el que no hay visos de esperanza. Lo que no vemos es peor, faltan todas las conexiones, las connivencias entre la organización y los poderes públicos italianos, ¿qué hacen los jueces, la policía, los políticos? Hay que leer Gomorra.