miércoles, 8 de mayo de 2019

Gracias a Dios. Dir. François Ozon

Lo primero que hay que decir es que es una película valiente. Afrontar con decisión, contundencia, claridad y sin rodeos el asunto de la pederastia dentro de la Iglesia tiene mucho mérito. Y es que además no oculta el nombre real del pederasta y sus encubridores: el cura Preynat y el cardenal Barbarin. Los demás son sus víctimas, traumatizadas, angustiadas, sobrecogidas desde la indefensión de la infancia.
Puede que esté un poco cargada de acontecimientos y testimonios, puede que no deje respirar al espectador, que a veces necesita un poco de aire, pero por encima de lo cinematográfico ( y no es una mala película) está su valor testimonial, y eso en este caso en muy importante.
Fue galardonada con el Oso de Plata Gran Premio del Jurado en la última Berlinale.
CALIFICACIÓN: cuatro estrellas (las mismas que en Metrópoli)