miércoles, 29 de junio de 2016

Ahora sí, antes no. Dir. Hong Sangsoo

Es como una película a la que le quitan una mitad y luego se la añaden, manteniendo el fondo pero cambiando el sentido de la historia con los mismos personajes. Mucho plano fijo, mucha conversación y pocos actores. Un experimento. Obtuvo calificaciones dispares, en la Guía del Ocio, cuatro estrellas; en Metrópolis, una, y puede ser perfectamente así. Si quieres destacar la originalidad de un encuentro fortuito que se va convirtiendo en una historia que casi es un medio romance, visto desde dos puntos de vista, o visto con un ojo tapado y luego los dos abiertos, te parecerá brillante; si ves que casi no sucede nada, que las escenas se alargan y que llegas a las dos horas con unos personajes un poco anodinos, pues no creo que te guste.
Lo que opina Ana:
Tendría que verla de nuevo porque el cansancio de fin de curso y la hora tardía me hicieron perder la consciencia lo suficiente para no haber podido seguir las argumentaciones de esta película con suficiente juicio. Siempre que me ocurre el ataque de Morfeo, me acuerdo del crítico Alfonso Sánchez quien se jactaba de comentar las películas sin necesidad de verlas al completo, o dejándose caer, mientras lo hacía, en una placentera siesta.

Es una película extraña, de tesis, en la que el director es el dueño absoluto del producto, hace lo que le viene en gana y lo hace bien. Por la importancia de los diálogos, aparentemente intranscendentes, podría recordar a una película francesa; la distancia cultural  la hace más inaccesible y no da tregua a perder el hilo, como me pasó a mí. Los de mi lado se fueron , no es una película para todo tipo de público.

Tres recuerdos de mi juventud. Dir. Arnaud Desplechin

Bien valorada por la crítica, en Metrópoli le dan cinco estrellas, es una película que narra una historia de amor pasional, absorbente y excluyente, siempre corriendo el riesgo de romperse. Amor único entre los protagonistas, aunque abierta a otras relaciones. Se cuenta desde el tiempo cumplido, como algo pasado, pero tan real que no se borra.
Todo lo demás es suplementario, los estudios de antropología del protagonista y su biografía compleja, incluso el que al final aparezca este personaje con su identidad de adulto, interpretado por Mathieu Amalric es intrascendente. Lo importante es la relación entre Paul y Ester, lo demás es envoltorio (un poco presuntuoso).

Francofonía. Dir. Aleksandr Sokurov

Película rara, de las que se denominan de autor, pero a mi si las entiendo y no son un galimatías intelectual, me entretienen, y esta me entretuvo. La historia central es la relación entre el director del Museo del Louvre con el responsable alemán encargado de los bienes artísticos en Europa durante la ocupación nazi. En torno a esto hay muchas otras cosas. Sokurov hace un canto a la cultura, a los museos y a Francia. Si lo hubiera hecho un francés nos parecería, y con razón, chovinista total, pero el director es ruso. Las imágenes de época siempre son interesantes. Hay una auténtica labor de archivo, y no sólo de Francia, las de Leningrado durante su asedio son tremendas. El que en esta película se cruce un carguero que lleva obras de arte y que está a punto de hundirse a causa de un temporal y que suceda en el momento actual, es una extravagancia; otra que aparezca una Marianne junto a Napoleón Bonaparte vagando por las salas del Museo, pero no influyen en lo principal, lo complementan.
Lo que opina Ana:
Interesante acercamiento a dos figuras clave para la salvaguarda de los tesoros artísticos del Louvre en el  París ocupado por los nazis. La del que era entonces su director, Jacques Jaujard y la del oficial alemán encargado de velar por su salvaguarda, el conde Metternich. Se trata de un documental  imaginado, elaborado a través de una ardua labor de investigación, se organiza una visión filosófica sobre el arte, la cultura, Europa y el Louvre como aglutinador de conceptos y sentimientos. Todo desde un punto de vista subjetivo e intelectual, con muchas reflexiones interesantes y jugando al antojo de su director con los personajes, los tiempos y las ideas. Desfilarán por el Louvre la Marianne encarnada, con su gorro frigio, Napoleón que se recreará ante el cuadro de su coronación, vemos así  a algunos de los espíritus del Museo desfilando por sus galerías; mientras los nazis entran respetuosamente a visitarlo, como si estuvieran en un templo consagrado. Aprendemos cómo se transportaron las obras más señeras para ser protegidas en palacios de la campiña francesa, capaces de albergar cuadros de enormes dimensiones y protegerlos de las posibles bombas. Y a mí, especialmente me inquieta ese barco amenazado por unas olas bramantes en alto mar, cargado con piezas de arte que acabarían siendo engullidas por el océano, es una reflexión sobre las muchas pérdidas de obras artísticas sufridas a lo largo de la Historia al ser transportadas fruto de la rapiña insaciable de la vieja Europa.

UN doctor en campaña. Dir. Thomas Lilti

Película agradable de ver. Otra historia en la Francia de provincias, en la Francia rural, es este caso centrada en un médico y su ayudante, otro médico, una mujer.
Lo mejor es el retrato de personajes y la defensa de la medicina rural, mucho más humana que la de los grandes hospitales. Es una medicina relacionada con la gente que conoces y de horario continuo. Bien intencionada, a veces mordaz y con final edulcorado. Se le permite.
Lo que opina Ana:
Retrato y homenaje a un tipo de médico en vías de extinción, el médico rural que conoce a todos sus pacientes y que los cuida de forma integral, conoce sus problemas, no sólo sus dolencias y se desvive por darles todo lo que necesitan. Las cosas van a cambiar porque él se convierte también en enfermo, la llegada de una médico ayudante, con ganas de seguir el mismo camino creará nuevas situaciones y mostrará que nadie es imprescindible. Es una historia entrañable, llena de gente buena, se narra en tono agridulce para decantarse por un final esperanzador en vez de optar por el drama. Se ve con gusto y se añora la pérdida de esta filosofía humanista entre los médicos de nuestros días.

Mas allá de las montañas. Dir Jia Zhang-ke

Película ambiciosa, a la que quizás le sobre el tercer acto, el que se sitúa en 2025 en Australia. Empieza la historia en 1990, en la China de provincias, en torno a una ciudad que vive de una mina de carbón casi agotada. Dos hombres jóvenes persiguen a la misma mujer; uno, ambicioso, otro, modesto. Uno dispuesto a abrazar el capitalismo más salvaje, otro un obrero. Esta parte y la siguiente (en 2014) nos muestran el desarrollo de China, su trasformación, la destrucción de las relaciones sociales tradicionales. Es ese país que vive la euforia del capitalismo. El director es crítico con esto. Saltar a Australia en 2025, con el hijo del matrimonio que se formó entonces es abandonar el territorio que mejor conoce y parece una proyección innecesaria.
Lo que opina Ana:
Otra vez el cine nos presenta una China megalómana, que se destruye a sí misma en aras del crecimiento. Se lleva por delante, tradiciones, lealtades, valores, paisajes y queda en manos de trepas corruptos. Ese es el telón de fondo de esta película que narra la historia de una joven alegre, disputada por sus dos mejores amigos, que acaba escogiendo al que le va a robar la felicidad. La película es demasiado larga, debería haber metido la tijera y reducir el metraje, hacer elipsis que en un momento narraran lo que no hace falta detallar tanto. Si lo hubiera hecho, estaríamos hablando de una gran película; de este modo, consigue grandes momentos , pero no la perfección.

El olivo. Dir. Icíar Bollaín

Me alegra contribuir a la industria cinematográfica patria, pero puede que sea la peor película de la directora (tres estrellas en Metrópoli). Difícil salvar algo, desde el mismísimo comienzo, ¿para qué empezar con un plano sonoro de un gallinero? En fin.
Lo que opina Ana:
Chirriante desde el comienzo hasta el fin, la historia no llega, está llena de tópicos que te impiden entrar en ella. Los personajes son poco creíbles, le falta toda la poética que su directora, imagino, pretendía transmitir. En algunos momentos siento vergüenza ajena.