No es una película fácil y en eso está su mayor virtud. Queda perfectamente reflejado el ambiente de sometimiento que Israel ejerce sobre los palestinos.- Estoy en la puta Cisjordania;le dice un policía judío a su madre por teléfono.
También queda claro el odio visceral, hondo, que los palestinos tienen a los judíos (sólo se ven fuerzas represivas). Pero más allá de esto se desarrolla la historia de un pobre panadero palestino enamorado, que para poder ver a su amada tiene que escalar un muro de diez metros, y lo hace como si fuera de dos, su compromiso político, la traición entre los suyos, el clima de delación y sospecha permanente. Como escribe C. Boyero "te contagian el malestar, el desasosiego y la la incertidumbre los personajes". En Metrópoli le daban cuatro estrellas. Todo lo que está pasando en Gaza, te imaginas lo que sucede en la película multiplicado por cien. Pobres palestinos, y Occidente calladito, por si acaso.
Lo que opina Ana:
Lo que opina Ana:
Como contrapunto a la película vista
el día anterior “Llenar el vacío”, centrada en una comunidad ultraortodoxa de
Tel Aviv, ajena al mundo, estallaba en
la pantalla la durísima realidad de una Cisjordania ocupada, película ante todo
de sentimientos pero enmarcada en un mundo hostil que lleva a los jóvenes a la
guerrilla y a romperles cualquier sueño. No es nada maniquea, coloca el mal en ambos bandos y va desenhebrando una historia que es mucho
más compleja de lo que en un principio pudiera parecer.